lunes, 22 de octubre de 2012

Cultura y Creatividad

“Toda la creatividad procede de la cultura, porque cuando estamos jugando creamos historias que amplían el valor intrínseco de la vida.” Jeremy Rifkin (sociólogo, economista, escritor, y activista estadounidense) Siempre he comentado que una de las consecuencias más valiosas de la cultura es la creatividad. Entendida como la capacidad de crear, de producir cosas nuevas y valiosas, es la capacidad de un cerebro para llegar a conclusiones nuevas y resolver problemas en una forma original. Carlos Alberto Churba, en el I Congreso de Cultura en Mar de Plata, Argentina, comentaba que “la creatividad es una actitud de vida, es “un vivir creador”, es un arte de vivir”. Menciona algunas de las actividades en las que se puede aplicar la creatividad: “diseñar organizaciones innovadoras, resolver problemas abiertos, lograr mayores beneficios, mejor calidad de vida, mejor calidad en la producción y beneficios económicos, mejorar los tratamientos en salud, tanto física como mental, y apuntar hacia la excelencia en la educación que tanta falta nos está haciendo”. En lo relativo a la economía, Guiomar Alonso, desde la UNESCO, nos dice que la economía creativa emerge como un nuevo paradigma que sitúa la creatividad y la cultura como motores de crecimiento económico. La comercialización del valor creativo y la innovación se presenta como una ventaja estratégica para las ciudades, las regiones y también los países en desarrollo. Bajo este enfoque se ponen en marcha acciones y políticas de apoyo a la creatividad y de cómo “hacer dinero con ideas”. Sin embargo ha habido pocos esfuerzos a escala internacional para declinar esta idea en clave de cooperación. La Alianza Global para la Diversidad Cultural de la UNESCO abre esta vía y experimenta a través de alianzas entre lo público, lo privado y la sociedad civil, nuevos modos de sostener las industrias y las empresas culturales en tanto que son plataformas de expresión de la creatividad y la diversidad. Los resultados, modestos, parecen apuntar a que en el contexto de países en desarrollo y economías en transición, el apoyo a la creatividad debería privilegiar intervenciones que permitan a pequeñas y micro empresas culturales producir, acceder a mercados y distribuir sus productos. Romina Bianchini en su artículo “Creatividad: Fortalecimiento del Capital Cultural y desarrollo de la Cultura Emprendedora” nos define la creatividad como “un proceso, porque es integradora porque integra las diferencias, las heterogeneidades, las disciplinas, las intenciones. Es universal, se aplica a todas las áreas, tiene una lógica propia y esto hay que tenerlo muy en cuenta porque si queremos fomentar el desarrollo creativo en nosotros y en los demás tenemos que entender que no alcanza manejarnos con las lógicas tradicionales”. Uno de los grandes retos de las políticas culturales reside en buscar nuevas fórmulas, fórmulas efectivas, que promocionen la creatividad, sin buscar colocarles un sello de propiedad, de pertenecer a la institución que las promueve, sino en una libertad creadora e independencia ideológica. Recordemos que vivimos en una interacción donde se intercambian imaginarios, donde el sentido estético, a partir de la creatividad, amplía los límites de las emociones y la manera de sentir de una comunidad. “He aprendido que ser creativos, originales y diversos es mejor que ser iguales” Comentario de un adolescente de 15 años del Colegio ERGOS, República Dominicana, después de participar en el programa Diversidades, el juego de la creatividad, de la UNESCO.

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