lunes, 22 de octubre de 2012

La ciudad como producto cultural.

“Esta percepción de la cultura como eje estructurante de la vida social se expresa en los logros alcanzados en lo que respecta al mayor acatamiento de las normas básicas de convivencia, al mejoramiento de la seguridad y al orgullo que hoy sienten numerosas personas por su ciudad”. Estos textos pertenecen al documento “Políticas Culturales Distritales (2004-2016)” de la Alcaldía de Bogotá, Colombia. La cultura y sobre todo la diversidad cultural es hoy uno de los elementos centrales de las políticas urbanas. Esta centralidad de la cultura es la que incorpora la Agenda 21 de la cultura aprobada en Barcelona en mayo de 2004 por el IV Foro de Autoridades Locales y que sirve de marco de referencia de la planificación estratégica de la cultura. De forma creciente, cada vez más ciudades promueven planes estratégicos de cultura. En muchos casos la adhesión a los principios de la Agenda 21 de la cultura se ha materializado en el inicio de un proceso de planificación cultural. Estos planes se han ido desarrollando tanto en Europa como en América Latina y se han convertido en impulsores del desarrollo de las ciudades en el territorio. En definitiva, los planes de cultura también son planes estratégicos de ciudad. La cultura puede influir en diferentes aspectos del desarrollo local como se ha visto en varias ciudades que desde hace años hab trabajado con la cultura en su agenda de trabajo: reforzando la identidad y la cohesión social, contribuyendo a la integración de las minorías y los desfavorecidos, mejorando la calidad de vida, generando empleo y contribuyendo a posicionar la ciudad de cara al exterior. Los ayuntamientos son el factor determinante, pero los ayuntamientos tienen una limitada capacidad de actuación en los diferentes ámbitos de la cultura. Por un lado, su incidencia es menor en los sectores culturalmente más relevantes como la industria cultural y mayor en los sectores menos rentables como las artes tradicionales y los servicios socioculturales. El ámbito de intervención cultural propiamente municipal es la difusión, pero se tienen que buscar fórmulas para intervenir en las fases del proceso cultural más desatendidas: la creación y la producción. Uno de los espacios básicos para la cultura son las bibliotecas, éstas transforman la información en conocimiento y deben ser consideradas como centros primarios de cultura. Ya hemos escuchado cómo en Medellín, Colombia los parques biblioteca se han convertido en verdaderos centros comunitarios y factores de cambio, en la Feria del Libro de Guadalajara, cuando Colombia fue el país invitado presentaron a un chofer de camión de basura de Bogotá que recogía libros de la basura, cuando sus compañeros se dieron cuenta le llevaban los libros que ellos rescataban, implementó una pequeña biblioteca en su casa hasta que la demanda de la comunidad y la importancia que adquirió le obligaron a abrir un pequeño local donde esta biblioteca da un servicio vital, en Dinamarca, se ha creado una biblioteca en Padborg que atiende a los camioneros con una gran oferta de libros en formato CD. Otro ejemplo de capacidad de innovación lo encontramos en la biblioteca Arbetslivsbiblioteket de Suecia que habiendo detectado que algunos usuarios no entendían las referencias bibliográficas, propuso un sistema de chat para que los usuarios pudieran plantear sus dudas a los bibliotecarios y otros usuarios. La biblioteca como centro de atención cultural primaria tiene que contribuir a evitar la brecha digital, convirtiéndose en el lugar donde se ofrece alfabetización digital y formación sobre gestión informacional, como los talleres abiertos y flexibles que se ofrecen en algunas de las bibliotecas de la red nacional danesa. Las bibliotecas tienen la capacidad de convertirse en equipamientos culturales que agrupen la información del municipio y sean centros de otros servicios como la difusión y la capacitación artística, los emprendimientos económicos, formación de adultos, asesoría a industrias culturales, es decir en verdaderos centros culturales polivalentes. En Tijuana las bibliotecas parecen haber pasado a un segundo plano y es urgente reconsiderar su papel en la comunidad. Francia, con una trayectoria más larga en lo que a equipamientos de proximidad se refiere ha puesto en marcha diferentes modelos en los últimos años. Por un lado encontramos las “friches”, antiguos recintos industriales situados en zonas generalmente deprimidas son restaurados y reconvertidos en espacios culturales que permiten a los grupos y comunidades locales reconstruir sus identidades y entrar en una cultura de la creación. El origen de las “friches” está en el encuentro entre artistas profesionales, semi-profesionales y amateurs con el objetivo de crear nuevos proyectos artísticos y sociales. La cultura se está convirtiendo cada vez más en un factor de regeneración urbana cuando no de competencia entre ciudades, que ven en la recuperación del patrimonio histórico y en la dotación de equipamientos culturales una forma de atracción de visitantes y también de residentes, así como una manera de acumular atributos de diferenciación con otros enclaves y territorios. La cultura debe ser el centro de donde partir hacia el futuro.

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