lunes, 22 de octubre de 2012

La cultura…Entre lo indefinible y la ausencia

“El diálogo entre operadores culturales e inversores se asemeja a una boda entre una carpa y un conejo: implica a personas que no están acostumbradas a trabajar juntas”, Frédéric Bouilleux. Cultura. Del Lat. Cultūra. 1. f. cultivo. 2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. 3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc. La Organización de las naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura-UNESCO establece que “como mostró el fracaso de los proyectos implementados desde los años 70, desarrollo no es sinónimo de crecimiento económico. Hay un medio de acceder a una vida intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactoria: el desarrollo como tal es inseparable de la cultura. El refuerzo aportado por la cultura al desarrollo sostenible es un objetivo que se inició en el marco del Decenio Mundial para el Desarrollo Cultural (1988-1988). Desde entonces, se han llevado a cabo progresos gracias a un marco normativo de conjunto y a instrumentos de demostración: estadísticas culturales, inventarios, y cartografía nacional y regional de los recursos culturales. El reto consiste en convencer a los políticos responsables de las decisiones y a los actores sociales locales de que integren los principios de la diversidad cultural y los valores del pluralismo cultural en el conjunto de las políticas, mecanismos y prácticas públicas, especialmente gracias a la colaboración del sector público/sector privado. Se trata de anclar la cultura en todas las políticas de desarrollo, ya conciernan a la educación, las ciencias, la comunicación, la salud, el medio ambiente o el turismo, y de sostener el desarrollo del sector cultural mediante industrias creativas: así, a la vez que contribuye a la reducción de la pobreza, la cultura constituye un instrumento de cohesión social”. Lo anterior lo hemos podido constatar en varias ciudades del mundo donde la dimensión cultural “envuelve” por decirlo de alguna manera la dimensión política, la dimensión económica y la dimensión social, dándoles un sentido, gestando una nueva ciudadanía más crítica, más participativa y más responsable. La inversión en cultura ha dado grandes dividendos para aquellos que han entendido su importancia en las comunidades, si observamos revistas de desarrollo económico, la cultura está ausente, como si ésta fuera un complemento de la sociedad que pudiera estar o no presente en el desarrollo. La misma ausencia se percibe en los discursos políticos o las posturas tecnológicas y científicas. “Lo cultural” va más allá de lo que se diseña en las oficinas o dependencias específicamente culturales y se vuelve indispensable “culturizar” los planes estratégicos y las visiones de futuro de la ciudad. La sociedad civil también debe asumir su parte y tener un protagonismo que alcance un nivel de actividad y de presencia que las estructuras de gobierno no pueden asumir. La definición de cultura puede no importar tanto, la ausencia, sí preocupa. Como efecto, la cultura es la parte fundamental de nuestra visión del mundo, pero como causa, da lugar a cambios inimaginables de actitud que garantizan, por ejemplo, la paz y el desarrollo, o simplemente para mantener con vida el planeta, o simplemente modificar nuestra percepción del entorno. Termino con el pensamiento de Jordi Martí en la Agenda 21 de la Cultura: “La cultura no puede desarrollar su dimensión constituyente sin una participación ciudadana más profunda, sin abordar los mecanismos de construcción de la identidad, sin implicar la nueva ciudadanía procedente de las migraciones recientes, sin valorizar la solidaridad para con nuestros conciudadanos, sin incorporar las identidades múltiples y en evolución, sin priorizar la educación y la cultura como aspectos transversales de la vida de las personas”.

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